Confesar al Señor es invocar Su nombre

Confesar al Señor es invocar Su nombre








~~~~~ Versículos de la Biblia ~~~~~

Filipenses 2:10-11 Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Romanos 10:12 Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos y es rico para con todos los que le invocan.





~~~~~ Palabras del ministerio ~~~~~

En el mensaje anterior vimos que el nombre es la expresión de todo lo que el Señor Jesús es en Su persona y obra. En el nombre de Jesús, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará públicamente que Jesucristo es el Señor.

 En este pasaje está implícita la práctica de invocar el nombre del Señor. Cuando invocamos Su nombre, en realidad doblamos nuestras rodillas delante de Él. En el versículo 10, Pablo dice que delante de Él toda rodilla se doblará, y en el versículo 11, afirma que toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor; esto indica que, invocar Su nombre, es de hecho doblar las rodillas delante de Él. Invocar al Señores la manera en que confesamos públicamente Su nombre.

Hemos dicho anteriormente que la epístola de Filipenses habla de experimentar a Cristo. Invocar el nombre del Señor Jesús es una manera de experimentarle y disfrutarle. Muchos de nosotros podemos testificar que antes de invocar el nombre del Señor, nuestra experiencia y disfrute de Cristo era muy limitado. Pero cuando invocamos Su nombre, espontáneamente ejercitamos nuestro espíritu y tocamos al Señor que mora en nuestro espíritu. 




El Señor como Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu, es el aire fresco y espíritu al que podemos disfrutar y experimentar. Animo a todos los que recientemente han llegado a la vida de iglesia a que adquieran el hábito de invocar el nombre del Señor. Muchos podemos testificar cuánto disfrutamos al Señor cuando lo invocamos. Tal como respiramos el aire puro que purifica nuestro cuerpo, también necesitamos respirar el aire espiritual invocando el nombre del Señor. Cuando invocamos Su nombre, nuestro espíritu se activa y se enciende. Aprendamos a invocar desde lo profundo de nuestro ser: “¡Oh, Señor Jesús!” De esta manera adoramos al Señor y lo confesamos públicamente.

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