El Reino de De los cielos
=Ver video mas adelante = El reino de los cielos. Su realidad, su apariencia y su manifestación.
.El reino de
Dios y el reino de los cielos
En Mateo 5:34 – “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el
reino de los cielos”, vemos la expresión “reino de los cielos”
(Mt 3:2; 4:17; 5:10). Es una frase que únicamente encontramos en el evangelio
de Mateo. Esto nos indica que es algo diferente de “reino de Dios”, usada en
los otros tres evangelios. El reino de Dios es el reino general de Dios,
por toda la eternidad, abarcándolo todo. No tiene principio y tampoco
fin. Este reino es la esfera de Dios y está determinado por la misma existencia
de Dios. Dios es eterno, Su reino, es decir, el reino de Dios, también es
eterno. Siempre esta expresión alude al gobierno general de Dios en su marco
más amplio.
El reino de los cielos dentro del reino de Dios
El reino de los cielos es una sección específica dentro del reino de Dios, compuesta sólo de la iglesia
y de la parte celestial del reino milenario venidero.
En los otros evangelios, cuando se menciona el reino, con el significado que
tiene en Mateo, siempre se usa “reino de Dios”.
El reino de Dios, no el reino de los cielos
El reino de Dios, como la esfera y espacio de gobierno y
revelación de Dios, ya estaba con el pueblo de Israel, según vemos en Mateo
21:43. El Señor dijo: El reino de Dios será quitado de vosotros. Esto significa
que lo tenían. Sólo puede ser quitado algo que se tiene. Ahora, debemos
destacar que el reino de los cielos aún no había llegado. Éste sólo se acercó
cuando Juan el Bautista vino (Mt 3:1-2; 11:11-12).
Aspectos del reino de los cielos:
El reino de los cielos puede ser dividido, según vemos en
las Escrituras en tres aspectos:
La realidad (Mt 5-7).
La apariencia (Mt 13).
La manifestación (Mt 24-25).
La realidad del reino de los cielos
De acuerdo al registro bíblico en el evangelio
de Mateo, en los capítulos del 5 al 7, con la promulgación de la constitución
del reino, vemos su naturaleza celestial y espiritual. En estos dos capítulos
encontramos la revelación acerca de la naturaleza del pueblo del reino y la
influencia que éste ejerce, junto con su ley, sus obras justas y sus riquezas
materiales; también los principios que sigue el pueblo del reino al tratar a
otros; finalmente vemos la base de la vida y obra del pueblo del reino. Esto corresponde
a la realidad del reino de los cielos.
La apariencia del reino de los cielos
En el capítulo 13, por otro lado, encontramos a Jesús que
sale de la casa y se sienta junto al mar, donde se le congregaron grandes
multitudes. Él entró en una barca y desde allí les habló en parábolas. En la
segunda parábola, que comienza diciendo: “El reino de los cielos es (o, ha
venido a ser) semejante a…” porque la venida del reino de los cielos se efectuó
con el cumplimiento de esta parábola, cuando la iglesia fue edificada el día de
Pentecostés (Mt 16:18-19). Desde la fundación de la iglesia, con la llegada del
reino de los cielos, que estaba cerca, también llegó la cizaña, que forma la
apariencia del reino de los cielos.
La cizaña se sembró junto al trigo, y son iguales en
aspecto. Los creyentes falsos, entre los verdaderos creyentes, son la
apariencia del reino. Apariencia es algo que parece, pero no es. Es algo que
por fuera luce de un modo que engaña, pero su esencia y naturaleza contradice
su apariencia. Esta cizaña es sembrada o puesta allí por el enemigo de Dios,
Satanás (Mt 13:25). El destino de la cizaña en el momento de la siega (la
consumación del siglo -Mt 13:39) es el fuego, el lago de fuego (Ap 20:10). La
cizaña, representando a los creyentes falsos, constituyen el estado exterior y
nominal del reino. Ellos nominalmente son parte del reino, pero en su
naturaleza, de acuerdo a la esencia -lo que realmente son-, no. Esto es así
porque los creyentes verdaderos entran a al reino y constituyen su realidad al nacer de nuevo. Es cuestión de vida. Entran al reino por
nacimiento. Este no es el caso de los falsos creyentes.
La realidad del reino, que es el reino en realidad, se
desarrolla, cuando crecemos en la vida divina, hasta llegar a ser la Nueva Jerusalén, la morada
consumada de Dios y los hombres, por toda la eternidad. Por el contrario, la
apariencia del reino se desarrolla de manera anormal. Usamos el término
“anormal” como ajeno o diferente a la naturaleza propia del reino de los
cielos. Presentemos este asunto desde el lado positivo: La iglesia es la
corporificación del reino en la tierra. Ella es la realidad palpable y el
depósito del reino, en cuanto toda realidad se encuentra en la iglesia, y la
iglesia es el resultado espontáneo del reino. Podemos decir que el reino es la
realidad intrínseca de la iglesia y por ende ha de ser su expresión. La iglesia
es celestial y espiritual.
En términos espirituales la iglesia debe producir alimento.
¿Cómo? Siendo ella misma alimento, como una hierba comestible, saludable y
disponible. Pero si el elemento cizaña prevalece entonces la naturaleza y
función de la iglesia son cambiadas y ésta viene a ser un “árbol”, un nido de
aves. Ya no mostaza, sino árbol. Esto es contrario a la ley de la creación de
Dios, según la cual toda planta debe dar fruto de acuerdo a su género (Gn
1:11-12).
La mostaza (Mt 13:32) es una hortaliza anual, mientras que
el árbol es una planta perenne. La iglesia, según su naturaleza celestial y
espiritual, debe ser como la mostaza, peregrina en la tierra. Cuando su
naturaleza es cambiada al mezclarse con el mundo, la iglesia se establece y
echa profundas raíces en el suelo. Entonces se ramifica con las ramas de sus
proyecto, actividades y operaciones, donde se alojan permanentemente muchas
personas y cosas malignas; florece y da frutos correspondientemente. Este
desarrollo anormal es la organización exterior de la apariencia del reino de
los cielos.
Las aves que se mencionan en la primera parábola (13:4)
representan al maligno, que viene y arrebata la palabra del reino sembrada en
el corazón endurecido (v.19). Las aves que vuelven a mencionarse (véase Ap 18:2
para “ave inmunda”) en la tercera parábola (13:32) deben corresponder a los
espíritus malignos de Satanás junto con las personas y las cosas malignas
relacionadas con ellos. Todos estos se alojan en las ramas del gran árbol, es
decir, en los proyectos y operaciones, todos exteriores y sin realidad, de la
cristiandad. Esta tercera parábola alude a la tercera iglesia en Apocalipsis 2
y 3, la iglesia en Pérgamo (Ap 2:12-17).seguir leyendo.....
La manifestación del reino de los cielos
La manifestación del reino de los cielos es la venida práctica del reino de los cielos en poder, como lo reveló el Rey en el monte de los Olivos en
Mateo
24-25. Tanto la realidad como la apariencia del reino de los cielos están hoy en la iglesia. La realidad del reino de los cielos es la vida apropiada de iglesia (Ro. 14:17) que existe dentro de la apariencia del reino de los cielos,
conocida como la cristiandad (se refiere a la organización y al
sistema, no a los amados hermanos y hermanos que hoy están allí).
La manifestación del reino de los cielos es la parte celestial del reino milenario venidero,
llamado el reino del Padre (Mt 13:43). Por otro lado,
la parte terrenal del reino milenario es el reino mesiánico, el cual en
Mateo 13:41 es llamado el reino del Hijo del Hombre, y que es el tabernáculo de David restaurado, el reino de David (Hch
15:16). En la parte celestial del reino milenario, la cual es el reino de los cielos manifestado en poder, los creyentes vencedores reinarán con Cristo por mil años (Ap
20:4, 6); en la parte terrenal del reino milenario, la cual es el reino mesiánico en la tierra, el remanente de Israel que habrá sido salvo,
serán los sacerdotes. Este
remanente enseñará a las naciones a adorar a Dios (Zac
8:20-23).Haga esta Oracion
Si somos pobres en espíritu, el reino de los cielos es nuestro; hoy en la edad de la iglesia estamos en su realidad, y tendremos parte en su manifestación en la edad del reino.
Aquí pobre no se refiere a humilde sino a vacío. Necesitamos estar vacíos de
nosotros mismos, para ser llenos del Señor. Necesitamos ser llenos del Señor
para tener la realidad del reino de los cielos y tener parte en su
manifestación. Aún cada día necesitamos ser vaciados. Hemos de orar de esta
manera al Señor. A Él le gustan estas oraciones. ¡Señor, vacíame! ¡Señor, yo no
sé exactamente cómo hacer esto, pero es posible para Ti! ¡Señor, Te amo! ¡Eres
maravilloso y precioso para mí! ¡Te necesito y Te anhelo! Amén.
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